El cadáver despellejado de un cartón de estampitas.

viernes, 27 de enero de 2012


Lunes o martes,
Sin saber el día o la fecha,
Más que un relato,
Una historia de terror. 

Lucia entra a estudiar,
Emocionada con un saber más,
Deseo de aprender,
Con un cartón de estampitas en su haber. 

El cartón psicodélico de fabricación asiática,
Lleno hasta la coronilla de figurillas,
De animales depravados,
Con sonrisas maquiavélicas, animalejos endemoniados.

En un parpadear desaparece el místico cartón,
Dejando tras de si, un vació existencial,
Que las lagrimas o el consuelo ajeno, no logran llenar,
Las dudas y los dedos comienzan a señalar.

Ella cree saber quien es,
El crimen no se esclarece,
No le piden un rescate,
Y su amado cartón se desvanece. 

Pasan los días, las semanas y los años mentales,
Al pasar por la basura inorgánica de su sociedad,
En el fondo de la miseria,
Divisa el rastro apagado de su querido recuerdo.

Oculto yace, 
El cadáver despellejado de su cartón de estampitas,
Sucio, descolorido, ultrajado, destrozado,
Le arrancaron todo su ser.

De los animales, solo queda la oreja a medias de un gato,
El resto fueron masacrados, vilmente arrancados,
Decorando cuadernos ajenos,
De sujetos sin provecho.

Lucia sin llanto en su alma,
Recuerda la impresión del color, el olor y las figuras,
En su alma por vez ultima,
Se borra el amargo recuerdo del viejo cartón despellejado.

Sonríe macabramente, secando su orgullo y tristeza,
Olvida el cartón enmohecido, viejo, lleno de atol podrido,
Que acababa de ver entre la miseria,
Camina, camina, camina.

Se retira cantando y volando,
En medio de sonrisas e inocencia,
De indiferencia infantil,
Psicotrópicos de esa edad.

Lucia con sus 7 años,
Olvida el recuerdo,
Olvida al vándalo,
La infancia es bella. 

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