42 (dispararle un ramo de flores a un cadaver imaginario)

jueves, 7 de noviembre de 2013

42

Dispararle a los silencios
a las plaegarias
y a las aves
verlas morir como el acto mas bello del mundo
bang, bang
dispararle al miedo
al odio
al deseo impune de hacer lo maligno
bang
a los ojos
bang
al estomago
bang
a la risa
bang
a los niños
Disparale 37 veces al recuerdo
hasta que este ya no duela
dejar que se desangre el llanto
perder la lucidez
volverse ese animal salvaje y violento
que tiembla y jala mocos del susto
dispararle al espejo
en la sien
y a los cien
morir sin heridas
sin agujeros
sin perdones
aquí y ahora
en la punta de los dedos
termina la luz de todo
bang.

33 (Una vaca de nieve sobre un pasto de cobre)


33
Somos una vaca de nieve sobre un pasto de cobre
una nube atómica que corroe tus entrañas
un primer beso
una átomo dividido en tres partes
somos una línea invisible
un horizonte invisible
somos un haz de luz entre las sombras del jardín
un ciervo herido
somos la distancia que unen los puentes
la ausencia que asesina los recuerdos
somos el dulzor tibio de los labios de todas las madres del mundo
el roció gélido de una mañana de abril
Somos la última caricia de mi padre antes de partir a lo desconocido
antes de irse y después de dejarnos
somos la lira del poeta ausente
sus huesos carcomidos por los versificadores mundanos
Somos el poema sin rima
sin sabor
sin nombre
sin gozo
El poema inocente que no busca cambiar el mundo
que solo quiere vivir entre tres versos una noche más
Somos la herida abierta de una patria extinta
un cáliz repleto de mierda que florece en las mismas mañanas de abril
Somos el silencio
la luz intermitente que indica nuestra pobreza
Un abrazo eterno
somos la rutina de los miles de millones de hombres que sueñan entre suspiros
somos sus ganas de sexo y de amor
caricias de primavera inútil
Somos las mismos sueños de los abuelos y de los abuelos de mis abuelos
Somos todos los días la semana
Los días no empiezan en lunes sino empiezan en tus ojos
el aire desnutrido que empaña los años
somos la lluvia acida que corroe las penas de los adolescentes
el rubor tenue del cariño marchito entre escombros de un terremoto personal
Somos todo
El miedo que se huele entre las dunas de sal que dejan las lagrimas
el llanto
el rio infinito de la tristeza
Somos el universo entero caminando sobre la doce avenida hacia el fin de una ciudad sin rostro
Somos eso que aflora a toda hora y en todas partes
 
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