“Me iré y no sabré volver.
Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”.
No lo querré acaso.”
Desnuda esta
noche maldita,
Obsesionada con
tu carne moribunda, flagelada,
Desgarrada,
doliente
Han de marchar
las estrellas divinas a esas tierras de nadie,
Allá donde moran
los sueños,
Allá donde el
dolor agraviado durante siglos se mece entre amapolas.
Presente en cada
verso, en cada gota de sangre tu nombre,
Te vas y no volverás
con nosotros los mortales,
Pues has decidido
dejarnos como animalitos inexpresivos,
Te vas con los
inmortales maestros,
A la fuerza,
Nos dejaste con
la boca aun amarga de los besos que no me diste,
Me iré, y no
sabré volver,
Que a tú lado
tampoco sé si existe acaso un “saber volver”
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