Al otro lado del sol.
Unos aprenden a ver a los cielos y dejarse llevar por el momento, por las palabras, por las ideas, por la excitación corpórea que brinda el momento. Alejarse prácticamente de la lucidez fronteriza que nos hace llamar humanos.
Pero hoy.
Se queda el silencio como testigo único de nuestro olvido, solo la miseria se digna a ver nuestra catarsis absurda y del otro lado del sol sequedan las ideas como poetas ebrios que mendigan inspiración en un vaso de alcohol, del otro lado de la frontera mística, ese maldito y desdeñoso espacio que se aferra al infierno circular.
Los poetas no van al cielo, todos están destinados a vagar por el limbo como Virgilio en la comedia divina de un Dante indispuesto.
Aún así, emprenderemos un viaje hasta allá, una travesía futura hacia la noche, una recorrido infinito hasta el sol. Ya lejos, lejos, bien lejos, la tierra sera solo el recuerdo tenue de nuestra vida pasada y la catarsis absurda cabra dentro de tu bolsillo.
Del otro lado del sol donde reposa la vida, donde reposa el amor.
Vonos a sacar al ebrio de la cantina.
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