Y se cae la noche como una de esas tantas polillas que mueren electrocutadas,
Se cierne la muchedumbre a danzar sobre el cuerpo inerte del día,
Mientras el sol infiel a su promesa de darnos vida,
Se oculta en la cara fina del mundo,
Y nos deja a los del tercer patio,
Hundirnos en el frio.
Pero debajo de esas riñas pretenciosas de hacernos llorar cómo infantes destetados,
Nos sale la virilidad femenina de afrontar el miedo sin las lagrimas,
Nos sale la fortaleza maternal de ser patrones del todo.
Y sonreimos,
Mientras que debajo de la carcaza temporal, se exudan quejidos funebres.
Pero aún asi,
brota la risa entre la noche.
Porque,
la noche más oscura, no siempre es la más negra.
El día más sublime no siempre es el más brillante.
Como nos encanta ver morir polillas.
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