Las palabras del pasado,
En el ayer es el futuro,
Ya que el silencio no es tenue,
Sin ver los ocasos inmunes,
Sanos, saludables, limpios, perfectos.
Si, solo los ocasos son buenos,
Ya que los amaneceres siempre salen enfermos,
Quizás posean una enfermedad interminable,
Que llenen su existencia de eso que llamamos existencia.
Los niños alzaran la mano en gesto de duda,
Y la maestra estúpida y sarcástica dirá siempre,
- Cállese y sonría fácilmente, que usted se quedara como el amanecer.
Quien como los ocasos,
Que besan los talones del recuerdo,
Que el ayer en su exquisitez llega a manosear a las criaturas nocturnas,
A las noches que son putas ocasionales y de buena escuela.
Por consiguiente,
La ofensa sale provocativamente en vuestros oidos,
Y me pregunto,
- ¿Quien sos vos amada?
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