¡Merci a tout!

sábado, 9 de junio de 2012

En la plaza de Marquéz del lado norte, a las dos de la tarde con doce minutos, el viento sopla en contra del tiempo.
El sol, el calor, la vibración cosmica que intercede por todos nosotros, sonrié.
En pleno silencio, se da por obra de la misma existencia espacio-tiempo una revalación divina epifanica y catartica.
El afortunado, sonrié de manera psicopata, sonrié de manera incontrolable, sonrié.
Su mente descubrió que el universo en si se expande en todas direcciones, que el ser infinito muere a cada segundo. Todo es un ciclo.
La gente que pasa por la plaza de Marquéz en el lado norte a las dos de la tarde con diecisiete minutos, lo observá de manera repulsiva.
Algunos creén que está ebrio, otros que es un demente, y el más cuerdo piensa que está muriendo.
Caé un globo rojo del cielo, un niño corre, ve al afortunado, le sonrié cinicamente y exclama -No existen los centros.
Dios se ha manifestado.
Como catarsis divina, todo cobra sentido, todo se revela ante si mismo. Camina aún sonriente entre el smog, la basura y las camionetas.
Cuanta misería...
¡Merci a tout!

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