¡Merci a tout!

domingo, 10 de junio de 2012

Todos los escritores tienen esa maldita mala costumbre, todos.
Bueno, casi todos.
Esa costumbre horrenda de ser tan descriptivos, esa cualidad maldita de explicar poro por poro las facciones físicas del infame ser que transita la calle real de calvario a las seis cuarenta y cinco de la tarde el cinco de mayo del presente año. EL individuo o animal racional con calzado roto y semblante ausente, en el mejor de los guiones o libros de ficción podríamos nombrarlo como ¨Juan¨si, un Juan cualquiera que camina por las calles en una miseria total que refleja su vivir escondido entre los destellos rutinarios de su vida inmune.
¿Que ganamos en arruinar su vida? Cuanto placer maldito yace oculto entre las sabanas del día, ¿cuanto?
Será que como entidades máximas controlamos su existir.
No defino, no diré que sus ojos negros llevan la inocencia muerta, no mencionare el lunar cerca del ojo izquierdo que probablemente le fue heredado por la vía materna. No lo diré.
Diré que estaba ebrio, si, eso diré.
Quizás  mañana  el despertara con una resaca inexistente, resultado de una fiesta que no vivió.
Quizás....

Maldita costumbre.

¡Merci a tout!

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